Malas digestiones: motivos y consejos para aliviarlas

El dolor de estómago o el estar incómodo después de comer es uno de los problemas que más me encuentro en el gabinete de nutrición. Cuando abro una historia clínica para empezar un tratamiento, este siempre es uno de los problemas estrella con los que me encuentro. Tanto con gente que no se encuentra cómodo después de comer como gente que actualmente está tomando protectores de estómago porque siente dolores o incomodidad en esófago y estómago.

Por fortuna, al cabo de dos sesiones, es decir, de un mes, la gente me comenta que se encuentra mejor y si no hay otro problema añadido podemos consultar con el médico la opción del dejar la medicación. Esto siempre motiva a los pacientes entre otras cosas a seguir con la dieta, pues comprueban en poco tiempo que aparecen mejoras en su calidad de vida.

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Comer despacio y masticar mucho

Esta es una premisa que tiene que quedarse grabada para siempre en la mente. A veces por costumbre, otras por ansia, otras por disponer de poco tiempo para comer, engullimos la comida directamente.

Es importante que mastiquemos durante uno o dos minutos por dos razones: la primera, para hacer ese bocado más pequeño y que el estómago tarde menos en desintegrarlo y segunda para que la saliva pueda empezar a descomponer las sustancias a través de sus enzimas.

Bebe mientras comes

Como seguro que más de una vez has comprobado, si comes sin agua muchas veces se nos forma un “atasco” y nos resulta complicado poder seguir tragando. Entre otras cosas esto pasa porque necesitamos tener hidratado todo el conducto para que de alguna manera el bolo alimenticio pueda deslizarse.

Alimentos susceptibles de hacer las digestiones más pesadas

Ya hay comprobado ahora mismo que hay alimentos que el cuerpo digiere con más dificultad como pueden ser los picantes, los lácteos sin fermentos, el alcohol, el café o las verduras de hoja verde. De todas formas, cada individuo sabe e identifica que alimentos son los que le sientan peor, por eso mi consejo, es que directamente los excluyas y no luches por seguir incluyéndolos en tu dieta. Escucha a tu cuerpo siempre.

Gestiona el estrés

Muchas veces al sistema digestivo se le llama “el segundo cerebro” y eso es porque cuando tenemos problemas anímicos, de estrés… las neuronas que están en el sistema digestivo (que las hay) se resienten. Por eso es concluyente que el cerebro y sistema digestivo están íntimamente enlazados. Si crees que el problema de tus dolores puede venir determinado por una mala salud mental lo mejor es que utilices técnicas de relajación o que acudas a terapia. En este caso, curando la cabeza también curarás tu salud gastro-intestinal.

Incluir probióticos y prebióticos

Estos son microorganismos están presentes en alimentos fermentados, pero necesitaríamos consumir gran cantidad de esos alimentos si realmente estuviéramos teniendo un problema. Además de añadirlos en la dieta sería bueno consumir algún tipo de suplemento que aumentara su presencia en nuestro organismo.

Evita los aceites y otros productos irritantes

Y sin duda este es otro gran error que se repite en la sociedad española, el abuso de aceites (y muchas veces reusados) en las comidas. Este producto cocinado y más si se ha utilizado varias veces puede dañar las paredes de todo el sistema digestivo dando lugar a un desequilibrio. Lo mejor es tomarlo en crudo o en pequeñas dosis cocinadas y evitar usarlo de una vez para otra.

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